"Si a la vida" se escribe con sangre de mujer por Leandro Ferrón

martes, 13 de abril de 2010
¿Cuál es el miedo? ¿Qué lo hace tan terrible? ¿Pensar que con una ley que garantice el aborto legal seguro y gratuito, las mujeres saldrán en masa a abortar despreocupadamente?... ¿total, “aborto y listo”?

No.

El miedo está en la libertad. En la herética idea de que una mujer pueda decidir, por encima del supuesto “bien común” que impone la iglesia, sobre su propio bien, su vida, su destino, su cuerpo.

El aborto es en este sentido, solo una punta más del ovillo que exige de ellas que sean esposas fieles, madres devotas, heterosexuales… puro amor, que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo soporta.

Es esta concepción necia, de las mujeres y del amor, la que para la iglesia vuelve más valioso un grupo amorfo de células que una mujer que quiera decidir sobre su propia vida.

Y el castigo para quienes desean ser libres es el habitual: culpa, sanción moral, represión, censura, reclusión… provocando que la mayoría de las mujeres que pasan por un aborto lo hagan ocultas, incluso hasta de su pareja.

Pero la iglesia va por más. Ambiciona mantener la ley atada a un precepto religioso, cuando es la ley la que debería proteger a las mujeres garantizando seguridad y gratuidad en caso de un aborto.

Desde un “Si a la Vida” que habla de proteger un proceso biológico por encima de una mujer real y consciente, hasta la acción intimidatoria de grupos católicos sobre nenas víctimas de violación, dilatando los procesos judiciales hasta que el aborto ya no es viable, todo evidencia el miedo, convertido en desprecio, de quienes dicen ostentar la bandera del amor.

Por fortuna existen quienes creen que el amor es otra cosa. Que es Respeto. Y luchan y viven para defenderlo:

Por las voces de miles de mujeres que abortaron y no se atreven a decirlo.

Por las voces de miles de mujeres que decidirán abortar.

Por las voces de miles de mujeres que murieron por causa de un aborto inseguro y clandestino.

Por las voces de miles de mujeres obligadas a parir y ser madres de hijos e hijas no deseados.

Por las voces de todas.

Por las voces de todos.

Leandro Ferrón, abril de 2010 


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